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Fred Sosa y La Fiesta Norteña: Un Legado de Música y Orgullo

  • Foto del escritor: Planeta Venus
    Planeta Venus
  • 2 oct
  • 5 Min. de lectura

Wichita Kansas | 2 de octubre, 2025

Por Claudia Amaro | Planeta Venus


Fred Sosa y la Fiesta Norteña en Wichita
Fred Sosa (En medio) acompañado por dos miembros de La Fiesta Norteña en una demostración musical en Wichita el pasado mes de agosto. Por Claudia Amaro

La vida de Fred Sosa siempre ha estado marcada por la música: desde escuchar a su madre cantar en la iglesia hasta ver a su padre tocar el bajo sexto en los salones de baile con el grupo norteño, Los Chacales. Creció en Wichita rodeado de melodías en su hogar y su familia, y a los 15 años Sosa ya estaba sobre el escenario, de gira por México y aprendiendo lo que significa ser un músico profesional. Hoy, como fundador de La Fiesta Norteña, continúa con ese legado, mezclando tradición, resiliencia y orgullo comunitario en melodías que llegan a audiencias en todo Kansas.


La Fiesta Norteña, fundada por Fred Sosa, es un conjunto norteño con sede en Wichita que fusiona los sonidos regionales mexicanos con la energía de una banda de fiesta en Kansas. Sus presentaciones llenas de energía, en eventos como la Fiesta del Río del RiverFest 2025, conectan a la comunidad latina de Wichita con un público más amplio, convirtiendo a la banda en un símbolo de orgullo cultural y celebración.


La Fiesta Norteña
Los integrantes de La Fiesta Norteña. Foto tomada de sus redes sociales.

Más allá del ambiente de los festivales, la demanda de grupos latinos en Wichita sigue siendo constante, especialmente para eventos privados como bodas, quinceañeras y fiestas. Los directorios muestran grupos que ofrecen salsa, mariachi, cumbia, bachata, norteño y más, mientras que festivales públicos de gran escala, como LatinFest, continúan presentando música latina en vivo.


Sosa creció rodeado de música y de familiares talentosos. Su tío, Pepe Tovar, fundó una banda reconocida internacionalmente (Los Chacales de Pepe Tovar), donde toca su padre y donde Fred comenzó su camino como músico desde muy joven.


Fred Sosa
Fred Sosa, creció rodeado de música. Fotografía cortesía de Fred Sosa.

Comenzó a tocar el bajo sexto a los seis años, siguiendo los pasos de su padre. Como el más pequeño, jugaba con su hermano y sus primos a ser una banda famosa. Recuerda: “Era pequeño. Yo era el más pequeño, pero tocaba el acordeón. Mi acordeón era la lonchera de mi papá.”


A los 15 años, Fred Sosa dio un gran paso en su carrera musical al unirse a Los Chacales, una banda popular en la región. Antes de convertirse en músico del grupo, Sosa trabajó como roadie, aprendiendo de todo: desde instalar bocinas y llevar agua hasta tomar fotografías Polaroid con los fans y vender CDs y casetes. Comenzar tras bambalinas y luego pasar al escenario le enseñó disciplina y alimentó su pasión por la música. Poco después emprendió su primera gran gira por México, marcando el inicio de su trayectoria profesional.



Los Chacales de Pepe Tovar
Fred Sosa inició su carrera musical con Los Chacales de Pepe Tovar junto a su papá y su tío. Fotografía cortesía de Fred Sosa.

Para Fred Sosa, la música siempre ha sido más que aplausos y reflectores. Es una carrera que implica verdaderos sacrificios personales, algo que primero vio en su padre. “Ser músico es definitivamente una carrera difícil de elegir porque te pierdes muchas cosas”, dijo Sosa. De niño recuerda lo duro que fue cuando su padre se fue de gira por dos semanas a California, un tiempo que “se sintió como si fuera un año”. Más tarde, como músico, Sosa entendió lo que significaban esos sacrificios: perderse reuniones familiares, rechazar invitaciones de amigos y no asistir a eventos importantes como bailes de graduación o celebraciones escolares. Son momentos que, afirma, “Es tiempo. No puedes volver atrás”.


Equilibrar su amor por la música con sus responsabilidades tampoco fue fácil. Sus padres establecieron reglas claras y no le permitían tocar si sus calificaciones bajaban. “Cuando tenía malas calificaciones, no me dejaban tocar”, recuerda. Con esas experiencias, Sosa aprendió que la disciplina es tanto el costo como el cimiento de una vida dedicada a la música.


La vida en la carretera le mostró que ser músico requiere resistencia y disciplina. Enfrentó retos que iban desde horarios ajustados hasta condiciones de viaje difíciles, como presentarse justo después de quedar atrapado en una tormenta de nieve. A pesar de su experiencia, todavía siente un poco de nervios antes de cada presentación, siempre con la esperanza de que todo salga bien en el escenario.



Ahora que se habla cada vez más de cómo se entrelazan el arte y los negocios, Fred Sosa enfrenta los retos de dirigir La Fiesta Norteña. Administrar la banda va mucho más allá de tocar: debe mantener motivados a los integrantes, cubrir los gastos y asegurar que cada fin de semana tengan presentaciones. Ha aprendido de primera mano cuánto cuesta sostener el proyecto, desde viajes hasta equipo. La presión aumenta cuando alguien se enferma o no puede presentarse, pero como dice Sosa: “El show tiene que continuar”. El momento más difícil fue durante la pandemia, cuando las cancelaciones y retrasos hicieron que fuera muy difícil el mantener el grupo unido. Mientras muchas agrupaciones se desintegraron, la determinación de Sosa mantuvo a La Fiesta Norteña unida, demostrando que el liderazgo fuera del escenario es tan importante como el talento sobre él.


La escena musical latina de Wichita, parece estar más enfocada en eventos y festivales que en espacios dedicados exclusivamente a la música latina o en estudios de grabación. El acceso limitado a foros, salas de ensayo y sistemas de sonido puede dificultar que la escena crezca de manera sostenida.


La Fiesta Norteña presentándose en un evento privado en Wichita Kansas. Fotografía por Claudia Amaro
La Fiesta Norteña presentándose en un evento privado en Wichita, Kansas. Fotografía por Claudia Amaro

En este entorno, Sosa, como artista latino en Wichita, ve tanto desafíos como oportunidades. Señala que los músicos latinos suelen quedar fuera de la escena artística más amplia de la ciudad y tienden a existir en pequeños grupos en lugar de formar parte del circuito principal. Aunque valora la oportunidad de compartir La Fiesta Norteña con públicos diversos en los festivales, también percibe problemas dentro de la misma industria. Para Fred, el trabajo en conjunto es la clave del progreso. “Necesitamos ayudarnos y apoyarnos unos a otros”, afirma, convencido de que la unidad hará a la comunidad más fuerte. Aunque no hay suficientes músicos para formar nuevas bandas, se mantiene optimista y trabaja para crear más espacios de conexión, representación e inclusión cultural en la escena musical de Wichita.


La Fiesta Norteña se distingue por los ritmos vibrantes del norteño sax, pero Fred Sosa cree que la verdadera fortaleza del grupo está en su versatilidad. Tocan de todo: desde estilo Regio Montano y corridos hasta Tejano, cumbias y polkas clásicas, ajustando su repertorio según el público y haciendo que cada show sea único. “Queremos que todos en el salón disfruten del espectáculo”, explica Fred, al describir cómo piensa en la audiencia antes de cada presentación para asegurarse de que todos escuchen algo que les guste.


Para Sosa, lo auténtico es lo más importante: “Creo que la música es como la comida. Se nota cuando es original... y la música es igual. Cuando es auténtica, te evoca un recuerdo: a tu tío, al rancho, a un momento en el tiempo”. Esta mezcla de variedad, sinceridad y significado cultural hace de La Fiesta Norteña más que un grupo musical: es un puente de conexión que recuerda a todos que la música auténtica es tanto personal como universal.

Para Fred Sosa, cada nota es un lazo que conecta su pasado con el presente y futuro de Wichita. A través de La Fiesta Norteña, sigue honrando sus raíces mientras abre espacios para que otros bailen, se conecten y se sientan como en casa con la música.

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